jueves, 13 de septiembre de 2012

Nos vamos a mirar las caras entre todos.

Cómo quisiera tenerlo tan claro como lo tienes tú.
Me siento una persona de sesenta años, me pesan los pies. Me siento un robot: me levanto, voy al baño, tomo el colectivo, curso, tomo el colectivo, duermo, estudio, duermo. Y así fue mi mes, y aún peor esta semana. Con una sonrisa dibujada en la cara, con una muralla de quinientos metros de altura dentro mío para que mis emociones, mis sentimientos, mis miedos, mis dudas, mi dolor no se trasluzca. No, no sé hacia donde dirigirme, hacia donde caminar, no sé qué es mejor, ni mucho menos peor. No sé nada, estoy perdida. Te quiero a mi lado, ahora, ya, en este momento, pero no lo sé. No sé si jugármela de nuevo, apostar lo apostado anteriormente, y esperar lo mismo que esperé. No sé si dar un giro a mi vida, cerrar etapas, dar lugar a un adiós y lanzarme a lo que venga. No sé si ir en este momento y decirte que sos lo mejor que tengo. No sé si vamos a cambiar. No sé si te quiero de la forma que te quise siempre. No lo sé, es poco el período de tiempo que me permito pensar, y quiero que termine pronto, quiero terminar con todo esto ya. Perdón, no te merecés esto. Te merecés alguien que te ame, que te de lo mejor del mundo. No yo. No, no, no, buscáte a alguien mejor (No sé hasta qué punto te lo digo enserio, porque pase lo que pase vas a seguir siendo míomíomío egoístamente mío).
Te amo.