martes, 13 de noviembre de 2012

Mi pasado me atiende en pantuflas.

No entiendo a esas personas que, después de algún problema o separación, se apoyan en frases como "nunca fue amistad" o "nunca fue amor" ¿Cómo que no? si cuando necesitaste un abrazo, un consejo, un beso te lo dieron o simplemente llegaste a sentir que eras la persona más gigante del mundo en sus brazos con tan sólo un metro cincuenta. No le encuentro sentido a estar todo el día, todo el mes, todo el año metiéndote el dedo en la llaga pensando en lo mierda que fue, en lo mal que te hizo, en el "para siempre" que nunca fue (Y no porque te haya mentido, si no porque la vida da giros a los que te tenés que acomodar para poder seguir parado en ella). ¿Por qué no seguir adelante y cerrar etapas en tu vida? Si al fin de cuenta, desde mi punto de vista, lo único que queda de las personas que vas dejando en el camino son los momentos lindos que viviste con ellas, cada risa, cada abrazo, cada beso, cada caricia, cada vez que te levantó cuando te caíste, cada vez que te guió para hacer las cosas bien. Con diecinueve años quedaron en mi camino amistades de años, amistades grandísimas, una relación que me enseñó muchas cosas, personas y más personas, que a pesar de todo las llevo conmigo, disfrutando todo lo que me dieron en su momento.