Va pepe lui, por la estación Eduardo VI. Va pepe lui con bocho de radio grabador, la suspensión que el pelo pide al caminar, resortes de un andar, clavado en los setenta. Desde cristal en la bolsa, más rápido que un rayo, un mundo en miniaturas revista de rock, pero el rock nacional. Rey del ping-pong, pero más rey, es del pom-pom. El sapo ahí en su latita de Nesquik, un artesano hasta en su manera de minar. Aquel mueble de su vieja, cajones de los misterios, melodías de pescado, siempre sonarán en lo del flaco pepe lui. Va pepe lui, por la estación Eduardo VI. Va pepe lui con bocho de radio grabador, la suspensión que el pelo pide al caminar, resortes de un andar, clavado en los setenta. Desde cristal en la bolsa, más rápido que un rayo, un mundo en miniaturas revista de rock, pero el rock nacional. Rey del ping-pong, pero más rey, es del pom-pom. El sapo ahí en su latita de Nesquik, un artesano hasta en su manera de minar. Aquel mueble de su vieja, cajones de los misterios, melodías de pescado, siempre sonarán en lo del flaco pepe lui.