Pasan las horas, rozando la locura preso de mi poesía. Mucho altibajo, poca llanura, soy ladrón y policía. Caen las gotas, sin previo aviso, viniendo del más allá. De un inconsciente, ya inmanejable que no me deja vivir en paz. De a poco oxidan, esta armadura, difícil de abandonar. Tengo una cita conmigo que no me animo a afrontar. Estoy tan lejos de mí que no alcanzo a ver mi esencia. Pobre de vos, hoja en llamas, te descargo mi paciencia. En el juicio de los muertos frente a Osiris, mi corazón rompería la balanza. Y sin embargo no consigo darme cuenta que fantasma dará a luz mi desconfianza. Pero prometo, a más nadie que a mí mismo triunfar de nuevo en este juego apasionado. Y el día que ya no le tema a los abismos: agradecer a quienes tuve siempre al lado. No quiero cantar victoria por describir lo que siento. En mi estado, tras la gloria y en un terrible momento. Y a vos canción, de ira y esperanza prometo no abandonarte. Yo también tengo un nudo en la panza por no poder liberarte, pero al menos por ahora tu lugar es un cajón porque es falta de respeto, cantarte sin emoción. Y este intruso que hay en mí, no te merece cantar, te merece alguien más grande capaz de inmortalizarte. En el juicio de los muertos frente a Osiris.