Tenía el corazón en punto muerto la mujer que le destrozaba las nochesYa no era un gran pirata y equivocaba vientos, entre las tempestades de su escote.El cuento es que la chica después de preciosa era un puñal hundiéndose como un dolor de muelasEn este invierno lerdo, de tardes cabizbajas que llaman por su apodo a las tristezas